Esta mañana se velaron los restos mortales de un alumno más, Felipe Sensiter, en este caso de Capital Federal. Una vez más fue en una clase de historia, en esta ocasión a propósito de la reforma de Lutero, tema que lleva sólo 3 muertes en lo que va del año.
“Todo parecía normal, como si se hubiera quedado un poco dormido nada más” explica Camila Cildañez, ex compañera del difunto. “Pero en un momento, cuando la profe llevaba una hora y diez más o menos sin parar de hablar de Lutero y la gula papal, Felipe parecía demasiado desparramado en el banco. Recién cuando terminó la clase lo pude ver de cerca. Horrible”.
El Ministro de Educación se mostró preocupado y anunció que se dispondrá en el próximo trimestre una partida de $ 984 mil millones incorporar cuadros de Tinelli y Condorito en las aulas que reemplazarán aquellos “deslucidos” Sanmartines, Rivadavias, y al “puto de Belgrano”; y para renovar los anacrónicos repertorios de chistes de los docentes. “Eso de `usted no se olvida la cabeza porque la tiene pegada` debería castigarse con la pena de muerte. Eso es la inseguridad: que nosotros no podamos estar tranquilos mientras nuestros hijos están en el colegio”. Así defendió la política del fisco que también incluye operaciones quirúrgicas de transplante de glándula del humor para los casos en que haya pérdidas irreparables en los tejidos, lo que se supone que sucede con un 45% de los docentes, posiblemente debido a una recurrente asistencia a la sala de profesores.
Un equipo profesional del Ministerio de Asuntos Irrelevantes está estudiando la posibilidad de armar una lista con ejemplos de naciones sin estado, para evitar el constante sobreabuso de “gitanos” y “judíos” –ejemplo ya desactualizado- que se usa para explicar “un tema tan pelotudo”.
Nuestro cronista Atilio Kalobos estuvo presente en una clase de Educación Cívica en el Instituto Palermiano de Chetonga, y el embolómetro superó en varias ocasiones el máximo tolerable recomendado por la OMS (los 564 amarguemas). Sin embargo no hubo que lamentar muertos, dado que las 4 víctimas mortales -además de imbéciles- eran bastante fascistas.
“Los alumnos ya no sabemos qué hacer. Estamos cansados de tanto embole. ¿Qué esperan? ¿Más muertos todavía? Los docentes parecen máquinas de embolar más que seres humanos. Compórtense como personas adultas, parecen criaturas de 80, no de 30 ó 50”, señalaba esta madrugada una alumna del Normal Nº 4.
Mirtha Clotilde Matilde, preceptora jubilada, recuerda que en su época, hace unas 4 décadas, esto no pasaba. Claramente es uno más de los sinsentidos de este comienzo de milenio. Hace unos 40 años ciertamente la vida era mucho más monótona y aburrida, no había TV color, y la cantidad de canales no superaba la media decena. Esto hacía que el aburrimientus generalius –vulgarmente conocido como embole- no se presentara en una clase normal. Eran casos más bien excepcionales reducidos a algunas personas que viajaran mucho.
En el último boletín del CONICET se publican los resultados de las últimas investigaciones que arrojan datos elocuentes: lo que tienen que saber las mamis a la hora de elegir colegio:
_ Las peores profes son las que llevan más tiempo dando lo mismo igual.
_ Si tienen más arrugas más posible es que nuestro hijo fallezca.
_ Podemos darles unos auriculares a nuestros hijos y programar el celular para que autoenvíe un chiste cada media hora. Si las orejas se tapan con el cabello nadie lo notará. ¡Genial!
Qué debemos hacer según el ministro de Salud
Ante el menor síntoma de embole mencionar un chiste cualquiera, es recomendable que cada alumno tenga memorizados dos o tres “mamá mamá” o alguno “de gallegos” para intentar un salvataje antes de que llegue la ambulancia. Y recuerden todos: es preferible contar un chiste de más en medio de la clase y quedar un poco desubicado, que sufrir la pérdida de un compañero -sobre todo para nosotros, que sino tenemos que soportar a los padres, que son una cagada.